Memorias de un Criminalista por Alfredo Pérez fundador de la Sociedad en Ciencias Forenses en Baja California
Principales retos para los jóvenes en la criminalistica de los años noventas.
A sus 22 años, pocos podían imaginar que aquel joven, que apenas había comenzado su camino en el ámbito de la criminalística, sería nombrado coordinador de actividades criminalísticas en el estado de Baja California en los primeros años de la década de los noventas.
Bajo su responsabilidad quedaban a cargo las áreas de balística forense, criminalistica de campo, fotografía y planimetría forense, grafoscopia y documentos cuestionados así como los hechos de tránsito terrestre.
Para muchos, parecía un desafío colosal para alguien de su edad, pero quienes lo conocían sabían que su pasión por el área había comenzado mucho antes.
Todo empezó cuando estudiaba su bachillerato, con apenas 17 años, y realizaba sus prácticas de Servicio Social en el laboratorio fotográfico de la policía judicial
En aquellos días, su tarea consistía en algo que hoy en día parece casi anecdótico: revelar rollos de película e imprimir fotografías en blanco y negro. Era un proceso meticuloso y artesanal, pero fue ahí donde aprendió la importancia del detalle, la paciencia y la precisión, valores que, más adelante, serían fundamentales en su carrera.
Con el tiempo, su habilidad técnica se perfeccionó, pero su verdadero desafío vendría a los 24 años, cuando fue nombrado director de los servicios periciales. De repente, tenía la responsabilidad de coordinar los esfuerzos de un equipo compuesto por personas mayores que él, con trayectorias sólidas y prestigiosas dentro del ámbito académico.
Bajo su responsabilidad estaban las áreas médico criminológica, química forense, criminalistica y sistemas de identificación humana.
¿Cómo logró superar las expectativas y ganarse el respeto de profesionales experimentados?
La clave estuvo en su capacidad para escuchar. Sabía que, pese a su posición, tenía mucho que aprender de aquellos veteranos de las áreas, y no dudó en aprovechar su experiencia para complementar sus propias habilidades.
Además, nunca intentó imponer su autoridad de manera vertical, sino que prefirió fomentar un ambiente de colaboración, donde el conocimiento fluyera en ambas direcciones.
Pero no fue solo su capacidad para escuchar lo que lo llevó al éxito. Su dedicación y pasión por la criminalística quedó de manifiesto para 1994, época en la que lo impulsaban a mejorar constantemente.
Siempre buscaba innovar, incorporar nuevas tecnologías y modernizar los procesos que había aprendido en sus primeros días en el laboratorio fotográfico.
Una anécdota que ejemplifica su espíritu fue durante la adquisición de equipamiento y fortalecimiento a la criminalistica así como en la Coadyuvancia con casos especialmente complejos en el que su equipo se encontraba analizando evidencia crucial durante su búsqueda y recolección
Mientras algunos dudaban de un método tradicional, el joven director sugirió combinarlo con una nueva técnica digital que acababa de ser introducida.
Su enfoque híbrido resultó en el hallazgo de una pista clave que resolvió diversos casos, consolidando su liderazgo ante el equipo.
El respeto no se lo ganó por su título, sino por su habilidad para combinar lo mejor del pasado con las innovaciones del presente, y por su capacidad para inspirar a su equipo a hacer lo mismo. Con el tiempo, demostró que la juventud no era un obstáculo, sino una ventaja para adaptarse a un mundo en constante cambio.
Este joven no solo aprendió a revelar imágenes en blanco y negro, sino también a revelar el potencial de su equipo y de sí mismo, transformando desafíos en oportunidades para crecer y liderar con éxito en uno de los campos más exigentes del ámbito forense.
Comentarios
Publicar un comentario